Para 1976, año en que José López Portillo y Pacheco asumía la presidencia de los Estados Unidos Mexicanos, el país se encontraba fracturado socialmente, había pobreza, desempleo y sobre todo desconfianza y descontento hacia el gobierno, la política se había convertido en autoritaria y había provocado el levantamiento de grupos que se oponían por las armas a los nuevos gobiernos. En materia económica el país se encontraba en una de las peores crisis, sin el apoyo de los sectores empresariales, ni una base sólida que permitiera generar recurso para invertir y rescatar al país de dicha situación.
El gobierno de manera general se encontraba enfrentando el rechazo de la sociedad, sobre todo del sector estudiantil desde las represiones estudiantiles de 2 de octubre de 1968 y de 10 de junio de 1971 de los cuales habían surgido grupos de choque como el Frente Urbano Zapatista y la Liga 23 de septiembre, estos últimos autores del asesinato del empresario Eugenio Garza Sada, fundador del Tecnológico de Monterrey y dueño hasta entonces de la Cervecería Cuauhtémoc (Aguilar, 2015) hecho que marcaría una separación entre el sector empresarial y el gobierno.
Desde el sexenio anterior de Luis Echeverría (1970-1976) se implementaron estrategias que pretendían la reconciliación entre sectores, una apertura democrática y nacionalista que calmaran el descontento de la sociedad. Se creó, por ejemplo, la Universidad Autónoma Metropolitana, se otorgaron amnistías a opositores y guerrilleros, se otorgaron también apoyos monetarios a la clase trabajadora y seguridad financiera, se creó el INFONAVIT y se estrecharon lazos con grupos de intelectuales y artísticos para fomentar la cultura, la educación y el arte. (Aguilar, 2015). Sin embargo, la crisis económica y las represiones del gobierno impidieron que estas políticas lograran algún cambio significativo en los ánimos populares.
Otra política significativa para el ámbito social fue la creación de la CONAPO en 1974 cuya función era principalmente aplicar medidas de contención de crecimiento de la población. La incapacidad del gobierno de solventar y mantener la calidad de vida ponía en riesgo las políticas que el gobierno de Echeverría implementaba para contener la crisis.
Ese mismo año, en política exterior, México contaba con un apoyo limitado de países, en especial en Latinoamérica como resultado de una oleada de regímenes militares que poco ayudaban a la visión neoliberal por la que el estado mexicano se había conducido hasta entonces. Sin embargo, con Venezuela se había propuesto un nuevo sistema económico (SELA) que en 15 meses ya establecido prometía también el rescate económico de estas nuevas economías emergentes. Aunque la estrategia no tuve el efecto deseado, provocó tensiones con EE. UU. por el temor de que México surgiera como una economía fuerte, lo que resultó en sanciones económicas de parte del país vecino del norte, que desencadenó una baja de ingresos en materia turística, pasando de haber crecido hasta un 14% con respecto a 1974, a comenzar a bajar a 7% en 1975 y mucho más para el año en que López Portillo asumía la presidencia. (Rico, 2010)
En pocas palabras, la limitada acción real que tuvieron las políticas aplicadas durante el sexenio de Luis Echeverría confirmaba la distancia entre la capacidad de gobernar de éste y la redefinición de las reglas del juego internacional. (Rico, 2010). México requería urgentemente de reformas estructurales, sobre todo en el ámbito económico que 1) permitieran la reactivación de la economía y recuperaran la confianza de los inversionistas alejados por la crisis y el descontento por la falta de garantías y seguridad financiera, 2) que crearan apertura de espacios de representación política y que brindaran protección a los sectores más vulnerables de la sociedad, así como a la clase media y trabajadora quienes eran los que más sentían los estragos de la inflación y 3) acciones que reconectaran con el sector más atacado en los últimos años, el de los estudiantes, la población más joven.
Otro punto que destacar como antecedente y considerablemente el más importante que marcó el sexenio de López Portillo, lo observamos con relación al descubrimiento de yacimientos petroleros en los mares de México en 1974. En la medida que el sector petrolero se fortaleciera, se fortalecería también la economía, bajaría la inflación y el déficit comercial, pero, sobre todo, la percepción de la capacidad petrolera y mercantil de México ante el plano internacional. (Rico, ob. Cit). Por lo que era fácil pensar que una de las primeras acciones era actuar en pro del mercado energético y la preparación de una agenda multilateral que le permitiera a México formar parte del escenario petrolero internacional.
El 1 de diciembre de 1976, José López Portillo y Pacheco asumía el cargo de presidente de la República con un serio desconéctenlo social, pero también, con mucha esperanza por parte de toda la población. Cada transición se convertía en una oportunidad para darle la vuelta a la crisis social que azotaba México como consecuencia de los acontecimientos económicos del ámbito internacional y la incapacidad de gobierno para sostener la crisis, de los altos índices de inflación, y las violentas acciones de represión de los últimos dos sexenios.
En su discurso, se ganó el apoyo de gran parte de los sectores del país, entre ellos, la clase obrera. Más allá del discurso populista, el descubrimiento de los yacimientos petroleros generó expectativa por parte de todos los sectores, se creía que México se convertiría en una potencia petrolera y que los tiempos de crisis al fin tenían solución. El crecimiento estaba “a la vuelta de la esquina”, sólo hacía falta recurso para poder explotar dichos yacimientos
Además, en su discurso pidió tregua y paciencia, prometió una reestructuración de la banca cuyas tasas de interés se habían elevado internacionalmente, prometió impulsar también la creación de un Banco Obrero y la otorgación de créditos con bajo interés, estimular la producción, distribución y consumo de los productos básicos, lo que a su vez haría bajar la inflación y fortalecería el mercado nacional. Propuso una nueva Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, así como de Presupuesto y Gasto Público, convenios con los estados, la impartición de justicia en materia agraria, laboral, administrativa, civil y popular, así como la modificación de las leyes que regían estas materias y así, fomentar una vida pública pacífica y prometedora. (500 años de México en documentos, 2019)
Si queremos seguir sin naufragar, lo primero es calmar el movimiento nervioso, lleno de pánico. De este sí hay que temer. Rechacémoslo. Hagamos una tregua inteligente para recuperar serenidad y no perder el rumbo. Tregua que no sea renuncia o claudicación, sino oportunidad de reencuentro y reconciliación. Jamás olvidemos que aquí existieron nuestros padres, estamos nosotros y vivirán nuestros hijos. Que no nos podemos ir, si acaso unos cuantos ricos, exportadores de capital y unos cuantos pobres, exportadores de trabajo. Los demás nos quedamos y podemos hacer de nuestra patria o un infierno o un país donde la vida sea buena. En nuestras manos está. José López Portillo (1976) Fragmento del discurso pronunciado el día de la toma de protesta).
Con la promesa del petróleo no fue difícil convencer a la población de que todas las promesas hechas serían fáciles de cumplir. Además, faltaba ver la capacidad de José López Portillo para manejar la situación del país, y de ahí generar expectativa de la población. Nombrar a Jesús Reyes Heroles, contribuyó también a legitimarse debido a que ambos fueron públicamente críticos de las políticas autoritarias ejercidas por los dos presidentes que antecedieron a López Portillo.
Por otro lado, la visita del Papa Juan Pablo II a México ayudó a calmar los ánimos de la comunidad católica después de las medidas de control a la población implementadas por el gobierno de Echeverría a la que la Iglesia se opuso rotundamente. México es un país en el cual la Iglesia católica ha sido un actor político clave en la conformación de su historia, país e identidad, y que, además, a pesar de no contar con ninguna representación jurídica desde 1917 siempre tuvo participación en las decisiones de Estado e incluso tuvo confrontaciones militares.
En su visita, el Papa Juan Pablo II dirigió un mensaje de solidaridad y tolerancia al clero, a los estudiantes, a los campesinos, a los obreros y a quien tuviera disposición de escucharlo. Aunque el motivo real era formar una barrera ideológica entre la iglesia cristiana norteamericana y el resto de Latinoamérica, la visita del Papa Juan Pablo II igualmente contribuyó para apaciguar a la sociedad después de tres años de haber iniciado el sexenio de López Portillo (Pérez-Rayón, 2015).
Para cuando López Portillo llegaba a la silla presidencial, existían grupos surgidos a raíz de los movimientos del 68 y del 71, orquestados por Díaz Ordaz y Echeverría respectivamente. Indudablemente la existencia de estos grupos fue causa de conflictos civiles, lucha social, ruptura política y crisis económica. La Liga 23 de septiembre, tenía como principal causa de existencia el hostigamiento permanente al Estado burgués y la muerte a policías como represalia de los actos anteriormente mencionados. (Hirales, 1982)
Además del homicidio de Ignacio Garza Sada, numerosas muertes a mandas policiacos y militares, y cuantiosos secuestros a lo largo del territorio mexicano, también fueron responsables del intento de secuestro de Margarita López Portillo, hermana del presidente de la república. La ya llamada Brigada Roja fracasa y en su intento muere David Jiménez Sarmiento, el hombre más buscado de la extinta liga 23. Tras estos hechos, José López Portillo en su segundo informe anuncia la amnistía para miembros de la Brigada Roja en un intento de combatir la violencia y el hostigamiento al Estado. Después de algunos intentos fallidos, la Brigada Roja dejó de existir y algunos miembros aceptaron la amnistía. (Hirales, 1982). Otro de los motivos que ayudó al desmantelamiento de los grupos de choque fue la reforma electoral que permitió entre otras cosas la creación y el acceso a la arena electoral al Partido Comunista Mexicano, sin embargo, este punto lo puntualizaremos más adelante.
Como parte de sus acciones para conseguir apoyo de pueblo y la confianza generalizada, inició la persecución y captura de colaboradores cercanos a los presidentes que le antecedieron como parte de una “renovación moral” que resulto en una imagen pública honesta, confiable y, sobre todo, comprometida con el pueblo.
Las implicaciones económicas del sexenio de José López Portillo fueron tan grandes como su fracaso al final de este. Las altas expectativas con relación al petróleo hicieron que la atención de toda la Administración Pública Federal se centrara en la extracción y la venta del petróleo y gas natural. Para 1979 estaba confirmado que México poseía 5% de las reservas mundiales de petróleo y 3% de gas natural. (Citado en Bello, 2006) México, estaba listo para entrar al comercio internacional de eneréticos y con esto la urgencia económica desaparecía.
Una de las primeras acciones de López Portillo para darle solución a la crisis económica a la vez que afianzaba el mercado energético, fue analizar la posibilidad de que México formara parte del Acuerdo Genereal sobre Aranceles y Comercio (GATT), lo cual implicaba cuatro importantes aspectos: un cambio de modelo de desarrollo puesto que el sustitución de importaciones era obsoluto para la época, ajustarse a los acuerdos internacionales en política mercantíl, mejorar la industria nacional lo que a la ve implicaba un duro golpe a la misma, e incentivar la inversión privada para hacer a México un país más atractivo a la hora de invertir. A pesar de eso, se optó al final por no entrar al GATT en la confianza de que en el petroleo se encontraría el poderío económico suficiente para participar en asuntos internacionales de manera independiente. (Bello, 2006).
El proyecto formulado por José López Portillo consiguió el apoyo de todos los sectores. En palabras del presidente “el petroleo constituye la última oportunidad para México de resolver los problemas a que se enfrenta su desarrollo económico y social” (Ángeles, 1982, pág. 45). Estudiosos y críticos de las estretégias petroleras en México e incluso fuera del país se mantenían positivos en cuando a la certeza financiera, algunos más y algunos menos, pero todos confiaban en que el mercado internacional de crudo recibiría cuanto petroleo vendiera México al exterior. El Plan Global de Desarrollo, el Plan Nacional de Desarrollo Industrial y el Programa de Energía calculaban un crecimiento sostenido de entre 7% y 10% anual durante varios años y se calculaba un déficit comercial de -1% para 1982 (íbidem).
En el extranjero, los pronósticos también fueron prometedores. En 1980 los modelos económicos del Banco Mundial, del Warthon y el del Centro de Estudios Económicos del Serctor Privado construyeron escenarios favorables para el mercado de energéticos global, señalando un crecimiento sostenido del 4%. La Bolsa Mexicana de Valores registraba también cifras a la alza alcanzando su auge a finales de 1979 (Ángeles, 1982)
Ese mismo año PEMEX registró ingresos por más de 259 mil millones de pesos, que reflejaba el incremento de 57% con respecto al año anterior y de los cuales, 72 mmdp correspondían al mercado interno, 100 mmdp como resultado de exportaciones de crudo, diesel, redisuales, amoniaco y metanos, y el resto como resultado de otros ingresos y operaciones ajenas. (PEMEX, Memorias de labores, 1979).
En 1981 la Secretaría de Hacienda y Crédito Público autorizó a PEMEX el poder acudir a diversos mercados financieros nacionales e internacionales para obtener recursos, logrando una financiación e así mismo, una inversión histórica por 347 mil millones de pesos (PEMEX, Memorias de labores, 1981), la mayor en toda la história de Pemex [1]. Los recusos obtenidos serían la palanca de desarrollo económico y social con el que México resolvería sus problemas.
Los objetivos que se le cargaron al petróleo llegaron a ser prácticamente todos los imaginables: satisfacer las necesidades internas de energía; servir de eje para integrar al sector energía, diversificar sus fuentes y racionalizar su uso; apoyar el desarrollo nacional acelerado; captar recursos para financiar el crecimiento; servir de medio para las transferencias de recursos a otros sectores; constituirse en un factor antinflacionario; erigirse como creador de empleo; además de que se le dieron funciones de aval y financiero del sector público y privado, de estabilidad en el tipo de cambio y de la politice nacional así como de factor fundamental de la independencia nacional. (Ángeles, 1982)
Con lo que México, ni nadie contaba, era que en 1981, en el ocaso del periódo de López Portillo el fracaso por obtener los logros obtenidos en los últimos años con respecto a las exportaciones de hidrocarburos, y el estallido de la revolución iraní llevaría a una segunda crisis del petroleo para el año 1981, resultado en una caída del PIB de hasta -.7% con respecto al año anterior [2]. Existe la interrogante de por qué los planificadores mexicanos no calcularon que el mercado petrolero podría desplomarse. (Ángeles, 1982)
Como medida extraodinaria y última reacción ante la crisis que surgía, el 1 de septiembre de 1982 durante su último informe de gobierno pronunció lo siguiente:
"México, al llegar al extremo que significa la actual crisis, no puede permitir que la especulación domine su economía. Esta crisis, que hemos llamado financiera y de caja, amenaza seriamente nuestra estructura productiva." Y anuncio de manera sorpresiva: "He expedido dos decretos: uno que nacionaliza los bancos privados y otro que establece el control generalizado de cambios, no como una política superviviente de un más vale tarde que nunca, sino porque ahora se han dado las condiciones que lo requieren y justifican. Es ahora o nunca. Ya nos saquearon. México no se ha acabado. Ya no nos saquearan".
La nacionalización de la banca fue socialmente bien vista al mostrarse cercano al pueblo, más aún al haber llorado por la situación que se vivía en ese momento, sin embargo, generó también un nuevo distanciamiento con el sector bancario internacional, lo que más allá de mejorar la situación financiera para el país, terminó por alejar la confianza de una rápida recuperación para México. (Álvares, 1993)
Tras las elecciones presidenciales de 1976, donde José López Portillo había contendido literalmente con nadie, quedaba clara la necesidad de una reforma electoral que permitiera la participación de más fuerzas políticas fuera del partido oficial. Hasta entonces, sólo se permitían facciones dentro del mismo PRI, y aparte de éste, sólo existía el Partido Acción Nacional como adversario, pero por problemas internos, no eligió a ningún candidato para ese proceso electoral. (Aguilar, 2015)
Como propuesta, José López Portillo impulsó en 1977 una reforma que modificaba el proceso electoral a un sistema de representación proporcional para así incorporar a la lucha partidaria las fuerzas políticas minoritarias, sobre todo aquellas de corte izquierdista. El resultado fue la anexión al sistema electoral del Partido Comunista Mexicano, El Partido Mexicano de Trabajadores, El Demócrata Mexicano, y por su lado el Partido Acción Nacional aumentó su número de representantes. En la Cámara de Diputados la reforma dio paso al incremento del número de miembros a 400, teniendo en cuenta que al menos 100 de ellos deberían ser miembros de partidos de la oposición. Aunque la subordinación el legislativo seguía estando en manos del presidente de la república, y que las elecciones serían organizadas bajo el yugo de la Secretaría de Gobernación que estaba en manos de Jesús Reyes Heroles, dicha reforma fue una de las más importantes que incluso siguió teniendo efecto durante los siguientes sexenios (Aguilar, 2015)
Internamente México pasaba por una crisis en todos los sentidos cuando López Portillo toma el poder, por lo que la agenda exterior de López Portillo consistió básicamente en 1) recuperar los acuerdos bilaterales y la buena relación con Estados Unidos y recuperar la confianza de sus inversionistas y 2) fortalecer las relaciones internacionales en materia energética y acordar estrategias comerciales en torno al petróleo mexicano.
La primera de estas la podemos ubicar entre los años 1976 y 1978, el presidente dedicó esfuerzos a recuperar las relaciones que se habían vuelto tensas tras los malos manejos de Luis Echeverría. Sin embargo, el hecho de que México se estaba convirtiendo en una pieza clave del escenario petrolero global, provocó que más allá de mejorar las relaciones con Estados Unidos, éstas se fracturasen aún más, llegando incluso a la aplicación de estrictas políticas antinmigración de parte del gobierno de Carter y la explosión de acuerdos y visitas a México de parte de los Estados Unidos (Rico, 2010) El acercamiento con este país ocurriría años más tarde gracias a la estrategia comercial que antecedería al Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
La segunda etapa fue la importancia que México tuvo con relación a los acuerdos comerciales con el Reino de España e Israel. Con el primero, López Portillo fue un personaje importante en las relaciones con España. Fue el primer jefe de Estado mexicano que viajaba a ese país debido al historia entre ambos países, y en su viaje diplomático logró un acuerdo bilateral de comercio consistente principalmente en la compra de petróleo mexicano. Como muestra de la prioridad que López Portillo daba a las relaciones con España, decide enviar a Gustavo Díaz Ordaz como embajador y así reafirmar su compromiso con el país europeo, además de alejarlo de la política mexicana. (íbidem). Aunque la designación de Díaz Ordaz sirvió solo para evidenciar la mala relación entre él y López Portillo, puesto que sólo duró un mes en el cargo, España y México continuaron su relación mercantil y diplomática.
Con respecto a Israel, la diversificación de suministros petroleros se inicia con la firma de acuerdos sobre este campo con entre ambos países. Ante la suspensión de suministros petroleros por parte de Irán, México se convirtió en el principal proveedor de petróleo de Israel, que se consolidó en poco tiempo como el tercer cliente más importante para PEMEX (Ojeda en Rico, 2010).
También, en torno al tema del petroleo, López Portillo visitó a lo largo de su sexenio a países como Panamá, la República Popular de China y la República Popular de Japón, visitó también a la Unión Sovietica y recorrió Centroamerica para anunciar su plan energético y negociar cuotas de peaje a través del canal de Panamá. Ante la ONU propuso el Plan Mundial de Recursos Energéticos.
Entre otras acciones también envió a Luis Echeverría a Autralia como embajador en el afán de alejardo también de la esfera política, En resumen, la política exterior de López Portillo se baso en dos cosas: ffinanzas y petróleo. (Rico, 2010)
Basar el desarrollo económico del país únicamente en la exploración, extracción y exportación de hidrocarburos fue la peor equivocación de José López Portillo durante su sexenio, heredando además de una segunda crisis económica y un país en el mismo estado en el que lo tomó, una deuda externa de incluso ascendía tres veces a la existente en 1976 cuando llegó al poder. (ídem).
Sim embargo, uno, o varios aspectos positivos que se apotaron durante su sexenio, fue el crecimiento impresionante del sector energético entre 1976 y 1981. Presas, carreteras, hidroeléctricas, escuelas, hospitales, la química, la petroquímica, la siderurgia, el acero, el transporte, la agricultura, ganadería, educación, alimentos, sin poder olvidar por supuesto la introducción de México a la punta de la tecnología con el comienzo de la investigación nuclear. Estos son sólo algunos de los sectores en donde hubo un aumento tan impresionante que México logró ser autosuficiente y llegar a niveles que con la política económica actual serían un sueño. La capacidad instalada en la petroquímica, se elevó de 4 millones de toneladas en 1976 a 14 millones en el 1982, comenzaron a funcionar 23 plantas petroquímicas y 21 unidades de apoyo, en 1977 se elevó en un 63% la generación termoeléctrica, en 44% la eléctrica y en 240% la geotérmica. (Movimiento de Juventudes Larouchistas, 2007)
Sería tarea de Miguel de la Madrid Hurtado y de Carlos Salinas de Gortari rescatar a México de la crisis que nuevamente vivía gracias a la acertada pero exageradamente confiada estrategia energética de portillista. El encojimiento de la economía global y el cambio de paradigma del uso de recursos públicos para beneficio social se vería reflejada en las elecciones de Margaret Thatcher en Gran Bretaña 1979 y Ronald Reagan en Estados Unidos 1980. Dichas elecciones marcarían el comienzo de un economía de mercado conservadora y aligeramiento del Estado como reacción a la crisis internacional. La negación del Estado de Bienestar y de las ideologías keynesianas darían paso a la implementación del nuevo modelo económico neoliberal. El rescate a México vendría de parte de Estados Unidos y el Fondo Monetario Internacional y con eso, una serie de cambios estructurales en todos los aspectos de la economía, política y sociedad en México. (Aguilar, 2015)
Con la aplicación del neoliberaliosmo en México vendrían nuevas oportunidades, entre ellas, modernización y avances tecnológicos, tratados comerciales y pactos bilaterales, reformas electorales, apertura y democratización, pero también, asentuación de nuevos problemas y conflictos sociales, levantamiento de grupos guerrilleros inconformes, empobrecimiento de las clases medias, devaluaciones, aumento de la migración y el crecimiento del narcotráfico.
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